—Después de una larga semana de ocuparme de cosas en el campus, llegó la noche de la fiesta, y estaba más que lista para eso —continué con mis pensamientos—. Toda la semana los chicos me habían estado evitando como a la peste, y James ni siquiera me miraba a los ojos. Por más que intentaba que no me afectara, no podía negar que lo hacía.
—Tomando mi bolsa de compras del baúl, salí por la puerta trasera hacia el garaje y me dirigí a mi casa —recordé mientras caminaba—. Sabía que Kate había dicho que podría arreglarme en su casa, pero por más tentador que sonara eso, prefería la comodidad de mi propio hogar para prepararme.
—Caminando por el sendero empedrado, me detuve en seco cuando vi a James aparecer contra la línea de árboles —mi corazón dio un vuelco—. Shorts de baloncesto negros colgando sueltos de sus caderas y el delicioso corte de su V marcándose claramente.