Ivy.
Pasaron dos semanas en paz y durante ese tiempo, logré armar la guardería con la ayuda de los chicos, mi madre y Kate. Mi madre y Kate se quedaron más tiempo para estar con nosotros y yo estaba más que feliz de tenerlas aquí.
Eso significaba que podía pasar más tiempo con ellas y, con la fecha de parto acercándose, necesitaba un cambio refrescante. Algo que no girara en torno a lo que iba a pasar y quién quería matarme.
—Oye, ¿crees que necesitamos añadir más enredaderas a esa pared? —preguntó Kate mientras miraba fijamente la pared sobre el tocador con la mano en su barbilla y confusión en su postura.
—Quiero decir, no me opondría. Creo que sería lindo.
Ella me echó un vistazo por un momento antes de asentir con la cabeza. —Tienes razón. Es demasiado lindo para dejarlo pasar.