Desconocido.
Durante años había estado esperando el momento en el que recuperaría mi libertad, y con cada segundo que pasaba, sobrevivía en un mundo que no me quería. Soñaba con el día en que obtendría mi venganza.
El día en que podría recuperar quien realmente era y abrirme camino de regreso a un mundo que castigaría por haberme tratado de la manera en que lo hizo. El poder, era el sacrificio definitivo, y con la muerte de tantos, se restablecería el equilibrio.
El lejano goteo de agua de las tuberías en la oscuridad era lo único que me recordaba dónde me encontraba. Fui castigado injustamente por intentar corregir los males del mundo. Males que ni siquiera los dioses consideraban lo suficientemente importantes como para ser alterados.