Las orejas de Zhouzhou se movieron y ella instintivamente abrió los ojos. Al ver el objeto en su muñeca, sus ojos se abrieron de asombro. —¡Guau! —exclamó—. ¡Es tan hermoso!
Era un reloj teléfono. Su exterior brillaba con oro, incluso la correa estaba hecha de oro.
Lo más importante, la esfera tenía la forma de un instrumento de ocho diagramas, mientras que la correa estaba adornada con pequeñas placas doradas, otorgándole un encanto único que resonaba con las preferencias estéticas de Zhouzhou.
La pequeña saltó de alegría, completamente encantada. Al ver su reacción, Qin Ren rió suavemente y preguntó, —¿Te gusta?
—¡Me encanta, me encanta! —Zhouzhou asintió vigorosamente, sus coletas saltando con cada movimiento.
Sus ojos brillaron mientras miraba a Qin Ren, y sus manitas rechonchas, como si recordaran algo, dudaron por un momento.
Qin Ren notó inmediatamente su vacilación. —¿Qué sucede? Si hay algo que no te gusta, solo dímelo, y lo cambiaré.