La familia Xi.
Xi Yan, con su pelo rojo despeinado, entró al estudio. Acababa de despertarse y, al ver a la persona detrás del escritorio, sus ojos se iluminaron. Caminó con brío hacia él y preguntó —¿Hermano, has vuelto?
Xi Mo asintió levemente, continuando mirando los documentos en su mano, con las cejas fuertemente fruncidas.
Al ver esto, Xi Yan se inclinó para echar un vistazo, pero antes de que pudiera leer el contenido, Xi Mo levantó el párpado y lo miró, asustándolo hasta hacerle ponerse recto y ya no se atrevió a mirar.
Con calma, cerró los documentos y los dejó a un lado —comentó Xi Mo con voz baja— ¿Qué pasa?
—Sí, sí, sí —asintió Xi Yan repetidamente—. Hermano, ¿cuándo vas a mover ese ataúd? Da mucho miedo abrir los ojos todos los días y verlo.
—Lo moveré a mi habitación más tarde.
