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—¿Qué?
El Maestro Ancestral se sobresaltó, de repente despierto, tan sorprendido que su espíritu parecía flotar fuera de la talla de madera. —¿Lo aprendiste? ¿Cómo es eso posible?
Zhouzhou no sabía. ¿No había dicho él que era difícil? Ella pensó que era bastante fácil dibujarlo.
Le entregó el talismán. —Entonces, Maestro Ancestral, por favor revísalo.
El Maestro Ancestral lo tomó y lo examinó cuidadosamente. Cuanto más lo miraba, más asombrado se mostraba. No podía creer lo que veían sus ojos al mirar a Zhouzhou.
¿De dónde salió esta pequeña diabla? ¡Qué talento!
—Maestro Ancestral, ¿hay algo mal con mi dibujo? —preguntó Zhouzhou, ya que él seguía en silencio.
—No. —El Maestro Ancestral la miró, sintiéndose un poco envidioso. Si hubiera tenido ese talento en sus tiempos, podría haber vivido otros doscientos años.
¡Ah, la envidia!