—¿Cómo lucho contra él? Es mucho más alto y fuerte que yo —Ahora me arrastraba más adentro de la habitación.
—Sin otras ideas creativas, decidí morder su mano tan fuerte como pudiera.
—Mierda... ¡Natalia! —exclamó mi captor de dolor mientras yo mordía su mano fuerte aunque estoy bastante segura de que no le causé daños que amenazaran su vida. Finalmente, la mano sobre mi boca y la que rodeaba mi cintura fueron retiradas.
—Me di la vuelta rápidamente en su brazo solo para encontrarme cara a cara con... ¿¡Eduardo?!?
—Hola, Natalia —me saludó con una sonrisa tímida que lo hacía parecer mucho más joven.
—¿Qué crees que estás haciendo?... Tengo que irme.
—Cansada de lidiar con sus tonterías, intenté caminar más allá de él, pero él capturó mi brazo antes de jalarme nuevamente hacia sus brazos.