Incluso a la distancia, Nanli no pudo evitar quedar ligeramente atónita.
No es de extrañar que el Emperador Muwu estuviera tan encariñado con la Concubina Li. Sería difícil para cualquier hombre resistirse a tal belleza deslumbrante.
Nanli entrecerró los ojos y preguntó:
—Hermano, ¿has visto a la Concubina Li antes? ¿Es siempre así?
—La he visto algunas veces, y siempre ha lucido así desde la primera vez que la vi —Chu Ye bajó la voz y dijo—. He oído que tiene algún secreto de belleza que muchas chicas están ansiosas por aprender, pero nadie ha podido descubrirlo.
Nanli tiró de la esquina de su boca y desvió la mirada.
La Concubina Li inició su actuación, y pronto el escenario se llenó de canto melodioso.
Nanli, que tenía interés en las cosas tradicionales, se centró atentamente en ver la actuación, mientras Chu Ye sentado a su lado se estaba volviendo inquieto.