Nanli percibió los pensamientos de Chu Ye y aconsejó:
—Hermano mayor, está consumida por una loca obsesión. Incluso si te sacrificaras por ella, su resentimiento no se disiparía. ¿Por qué te sometes a lesiones y derramamiento de sangre por tal persona?
El Emperador Muwu notó que Li Miaorong intentaba hacer daño a alguien y rápidamente ordenó a los Guardias Imperiales que la aprehendieran.
Li Miaorong continuó escupiendo maldiciones, provocando ceños fruncidos entre los que la escuchaban.
Consciente de la grave situación, la Emperatriz Li exclamó interiormente:
—¡Se atreve a decir tales palabras vulgares y profanas! Mamá Zhang, ¡déle una bofetada! Mamá Zhang se acercó rápidamente y propinó varios sonoros golpes en la cara de Li Miaorong, dejándola inconsciente.
Finalmente, la tranquilidad se estableció dentro de la sala.
La Emperatriz Li contuvo las lágrimas mientras suplicaba: