—Entre el hecho de que estaba a punto de golpear a la hija de Arvan Richardson, un hombre con el que era bien sabido que no debía meterse, y la mirada asesina que dicho hombre le estaba lanzando en su dirección, más que suficiente para hacerle desear que el suelo se abriera y la tragase entera, Angelina debió haberse dado cuenta del error que había cometido al dejar que sus emociones se impusieran.
Había roto el personaje y la había cagado, y mucho.
Su cabeza giró bruscamente, mirando hacia la dirección de las personas que se habían reunido debido al alboroto, murmurando bajito y el uno al otro, y luego miró hacia atrás, donde estaban Gabriel y Leonica. La expresión en el rostro de Leonica lo decía todo, no estaba ni un poco sorprendida por su cambio de actitud de tres sesenta. Gabriel, sin embargo, a pesar de que no estaba sorprendido, estaba atrapado en una trance de mirada fija con una expresión de incredulidad estampada en su rostro.