Habían pasado tres días completos antes de que Ashley fuera dado de alta del hospital. Tener los cables y más cables desprendidos de sus brazos y las vendas retiradas de su frente se sintió como un nuevo nivel de felicidad y libertad combinados.
—Está bien, eso debería concluir todo —concluyó el Doctor Bailey, dejando caer la última venda usada de Ashley en la bandeja esperando de su enfermera asistente.
Ashley casi chilló de alegría, casi. Pero no lo hizo. Conteniéndose, saltó de su cama del hospital, aterrizando sobre sus pies y corriendo hacia sus padres al siguiente segundo. Leonica lo atrapó felizmente, levantándolo en sus brazos.
—¡Mami, soy libre!
Riendo ante su emoción, Leonica besó su frente. —Así es. Felicidades.
—Felicidades, campeón —Gabriel le dio una palmadita suave en la cabeza desde donde estaba parado al lado.