Anastasia se había quedado dormida después de su llamada con Megan, solo para despertarse con el sonido de alguien tocando la puerta de entrada.
A regañadientes, salió de la cama y se dirigió hacia la puerta de entrada y sin comprobar quién estaba en la puerta, la abrió.
Cuando sus ojos se posaron en la persona que estaba frente a ella, su expresión cambió de sorpresa a enojo, y luego de nuevo a sorpresa, porque no esperaba ver a su madre parada frente a su puerta después de tanto tiempo.
—A veces quiero creer que eres ciega a mis llamadas, pero luego te veo ganando todos esos casos en la Televisión nacional y me doy cuenta, oh espera, mi hija sí tiene ojos —empujándose camino al apartamento de Anastasia, Fiona dejó su bolso y abrigo en la silla y se volvió para enfrentar a su hija—. Dame una buena razón por la que has estado evitando mis llamadas.