Las palabras de Lloyd habían enviado instantáneamente el corazón de Anastasia al límite. Sin siquiera necesitar enfocarse en ello, ella podía sentir su corazón latiendo fuerte contra su pecho, sacudido por sus palabras, su proximidad y la mirada en sus ojos.
Y eso la asustó.
No Lloyd, sino el golpeteo familiar de su corazón y el revoloteo en su estómago, porque ella lo conocía demasiado bien y era un sentimiento que temía.
Eran los mismos sentimientos que habían causado su desafortunada relación con Derek.
Esos recuerdos parpadearon en su mente y antes de que Anastasia lo supiera, se había puesto pálida.
Lloyd no dejó de notarlo y en segundos, su expresión cambió a preocupación. Pero antes de que pudiera decir algo, ella se había liberado de su agarre y se levantó, caminando hacia su puerta y sosteniéndola abierta.
—Sal. —exigió.