Lloyd se despertó a la mañana siguiente para encontrar la cama a su lado fría y vacía. Sus cejas se fruncieron y al sentarse, frotándose los ojos somnolientos, su mente recordó los eventos de la noche anterior, pero Anastasia no estaba por ningún lado.
—¿Se habrá ido? —se preguntó.
Miró alrededor y sus ojos cayeron sobre un pedazo de papel en su mesita de noche. Lloyd frunció el ceño y recogió la nota, pasando rápidamente su mirada por las palabras escritas en ella.
—La noche pasada estuvo genial, pero podría haber sido mejor. Dejé algo de efectivo para agradecerte por tus servicios. Espero que nunca volvamos a cruzarnos, Lloyd Riley.
Después de leer el mensaje, los ojos de Lloyd rápidamente encontraron un billete de mil dólares colocado encima de su cartera y soltó una carcajada.