Despertarse con el zumbido de su teléfono se había vuelto algo normal para Leonica. Así que, al día siguiente, cuando fue despertada por el sonido de su teléfono vibrando, no tenía prisa por contestar.
—Ugh —gruñó, alargando la mano y agarrando su teléfono, deslizando hacia la derecha para contestar la llamada—. ¿Hola?
—Buenos días, señorita Romero —era Kennedy.
—Kennedy, ¿por qué llamas un domingo? —se quejó, incorporándose a una posición sentada y tratando de frotarse el sueño de los ojos.
—Perdóneme señorita Romero, pero es un asunto urgente.
—¿Qué puede ser más urgente que mi sueño? —murmuró.
—Es sobre el artículo que se ha publicado hoy —respondió Kennedy.
—¿Artículo? —Eso inmediatamente la despertó, sentándose más recta en su cama.
—Sí. Fue publicado en la revista de chismes, pero me temo que este se ha difundido a varios sitios de noticias.
Leonica se quedó callada. Así que Jamil no estaba perdiendo el tiempo, ¿eh?