En algún lugar de México, acababa de terminar una llamada de conferencia de negocios, vestido con una elegante bata de baño, cuando recibió una solicitud de videollamada de la persona a la que había nombrado supervisora en algún lugar de Oslo.
El nombre decía: Jaxson, y así respondió a la llamada sin dudar.
Unos segundos después, la imagen apareció en una enorme televisión de 75 pulgadas a la que había conectado su teléfono, y Jaxson, que sonreía ampliamente, lo saludó.
—Hola Señor, ¿cómo le ha ido? —preguntó, sin mirar a la pantalla, sino al suelo.
—Agradable —fue su pálida respuesta—. ¿Cómo va todo con el departamento de periodismo? ¿Finalmente fueron competentes y consiguieron una buena historia?