—¡Splash! —Sueño o no sueño, el agua fría empapó a Leonica de cabeza a pies. Jadeó e intentó levantar su cuerpecito mojado fuera del pequeño estanque donde la habían empujado, pero su mano resbaló sobre unas piedritas y cayó de nuevo.
Frente a ella, erguido y orgulloso, estaba su abusón de la escuela secundaria y sus amigos. Se reían entre ellos, expresiones de placer brillando en sus ojos.
Solo al mirar sus caras, Leonica sintió hervir su ira. —Jamil, te juro por Dios que te lo voy a hacer pagar —amenazó, el chillido en su voz exponiendo su naturaleza juvenil.
El líder, Jamil, dio un paso adelante y se inclinó, lo suficiente para encontrarse con su nivel de mirada. —¿Tú? ¿Vengarte de mí? —Sus palabras burlonas fueron seguidas por una carcajada que llegó hasta sus brillantes ojos azules—. Claro, Leonica. Incluso en mil años, una fenómena como tú no puede hacer nada.