Esa extraña sensación, de hecho, no desapareció.
Eso fue lo primero y probablemente lo único que Leonica notó cuando se despertó.
Mirando al techo, una vez más intentó asegurarse, dándose un breve discurso. Diciéndole a su mente que solo se sentía así por la felicidad temporal que Owen le había proporcionado ayer.
Hablando de felicidad, pensó, recordando vívidamente su cita de ayer y cómo había terminado. Se sonrojó y rápidamente saltó de la cama, esperando distraerse del calor que subía a sus mejillas mientras comenzaba su rutina diaria.