No le sorprendió mucho a Leonica que Owen volviera a quedarse dormido en el momento en que abrió los ojos y llamó su nombre. Logró levantarlo, incorporándose desde el suelo y consiguiendo llegar al cuarto esta vez.
Sin embargo, justo cuando se alejaba un paso, la mano de Owen se envolvió alrededor de su muñeca.
—Quédate —dijo él en un tono casi suplicante.
Ella quería rechazar la idea pero nunca fue de las que les gustaba la idea de dejar a un paciente enfermo sin atención.
—Me portaré bien, lo prometo. Solo... quédate —sonaba como un niño al que se le amenazaba con hacer la siesta y no quería dormir solo.
—Está bien —cedió ella, la expresión en su rostro debilitando sus defensas—. Pero primero tengo que llamar a Grace para informarla.
—Claro —dijo Owen con una sonrisa débil, finalmente soltando su mano.
Leonica sacó su teléfono y marcó el número de la mencionada ama de llaves.
Y después de ponerla al tanto de la situación, colocó su teléfono a un lado. —Listo, hecho.