Luego de que todos se acomodaron, nos trasladamos a la mesa de conferencias de mi padre y comencé a contarles sobre mis planes. Miré a mi familia y amigos con una mirada y un brillo que estoy segura de que no han visto en meses. Me alegro de que Kosta me llamara con sus tonterías. Fue la confirmación de que estaba haciendo lo correcto. Él y Khalis se merecen todo lo que van a recibir y, vaya que si lo recibirán. Tengo justamente el tiempo suficiente para hornear mi pequeño muffin y darles una falsa sensación de seguridad antes de asestar mi golpe mortal y, créanme, golpearé.
—Bienvenida de vuelta Zel. Esta es la humana con la que recuerdo haberme conectado —dijo Zafiro.
—Lamento haberte preocupado, Zafiro. Supongo que necesitaba llorar antes de poder concentrarme, pero, cariño, he vuelto y ni el infierno tiene furia como esta loba —dije.
Zafiro se rió.
—¿Acabas de llamarte a ti misma, o mejor dicho, a nosotras, una perra de forma indirecta?