Su lengua giraba en mi boca mientras parecía explorar cada rincón. Podía saborearlo y un poco del vino que habíamos tomado en la cena. Era un sabor tan dulce que no podía tener suficiente.
Mi lengua se movía contra la suya fervientemente mientras empezaba a gemir más fuerte. Lo besé de vuelta mientras sentía el calor de mi propio deseo inundando y nublando mi mente. Ace es un besador tan hábil. Sus besos se sentían tan satisfactorios y tan dichosos. Su mano se deslizó entre nosotros y comenzó a acariciar el costado de mi cintura antes de chupar mi labio inferior.
—Ace... —Lo llamé para detenerlo, pero mi voz salió en un pequeño gemido sin aliento mientras jadeaba.
—No digas mi nombre así. Eres una chica tan mala —dijo Ace burlonamente, pero se alejó un poco para darme algo de espacio.
—¿Se está conteniendo por mí?