—Creo que podrías tener fiebre —dijo Ace.
Sentí mi rostro ponerse rojo como un tomate cuando sentí la suavidad de su palma contra mi frente. El rostro de Ace estaba justo frente al mío mientras me miraba a los ojos con preocupación. Colocó su otra mano en su frente como para comparar nuestras temperaturas. Mi corazón había empezado a latir mucho más rápido que antes y el sonido de mi corazón retumbando se sentía ensordecedor para mis propios oídos. Mi corazón latía tan rápido y fuerte que temía que Ace pudiera oírlo.
—Yo... yo estoy bien. No me siento enfermo para nada —dije tratando de quitar su mano de mi frente.
Está demasiado cerca y me está tocando...
Sentí aún más sangre correr a mi rostro y mi cabeza empezó a sentirse mareada. Los ojos avellana de Ace miraban detenidamente mi cara. ¿Cuándo cambiará el semáforo a verde?
—Avísame si estás enfermo. Puedo llevarte al hospital —dijo Ace antes de volver a su asiento.
Eso no fue nada bueno para mi pobre corazón.