—¿Cómo es posible? —Los ojos de Su Xiaoxiao se abrieron de incredulidad—. Luego le lanzó una mirada molesta—. Yo solo dije que hablaría con tu padre yo misma. No es como si no fueras a pagar por la casa, y no necesitas encontrar a alguien que construya la casa. Cuando construyamos la casa, vamos a proporcionar comidas para todos todos los días, y tanto tú como tu madre tendrán que ayudarme. Con tanta gente, ¿cómo podría manejarlo todo yo sola? Necesitaremos comprar mucha comida.
Mientras Su Xiaoxiao se seguía quejando, la incomodidad inicial de Jiang Yexun se disipó gradualmente. La abrumadora sensación de felicidad hizo que las comisuras de sus labios se curvaran involuntariamente.
