—¡Un beso! —dijo Jordan mientras bajaba la cabeza y la besó.
Irene no esperaba que él fuese tan presumido como para besarla tan abruptamente. Ella lo abofeteó en el rostro sin pensar.
Jordan jamás soñó que la gentil y frágil Irene se atrevería a golpearlo. No se esquivó y fue golpeado fuertemente.
Nadie se había atrevido jamás a golpear a Jordan. Él soltó a Irene de inmediato y dijo fieramente:
—¿Quieres que te despida?
Por supuesto que Irene conocía a Jordan. Él era el Tercer Joven Maestro y el hijo más amado de la Familia Reed. Probablemente nunca había sido abofeteado en el rostro por una mujer. Ella acababa de causarse un problema serio.
No era broma provocar a este chico rico. Jordan no lo dejaría pasar fácilmente. Ella dejó caer la fachada ya que de todos modos esto no podía empeorar.
—Reed, ¡te he tolerado por mucho tiempo! Si me quieres despedir, hazlo. Hay un montón de lugares donde puedo encontrar trabajo. ¡Renuncio!