En la oscuridad de la noche, un automóvil negro bellamente diseñado estaba estacionado debajo del edificio donde vivían Irene y Thomas.
La luz era tenue y el cigarrillo titilaba en el auto, iluminando el rostro sombrío del hombre.
El reloj en su muñeca mostraba que ya eran las 3 am. Sin embargo, la mujer aún no aparecía por ningún lado.
Edric, que había estado esperando en el auto durante cinco horas, soltó una sonrisa sarcástica.
Sabía que ella se quedaría fuera toda la noche cuando vio a la mujer y a Jordan salir juntos íntimamente del hotel. Pero aún así no pudo controlarse y tuvo que venir a echar un vistazo.
Todavía quedaba un rastro de esperanza en su corazón. Sin embargo, resultó que no era más que una fantasía irreal.
Arrojó con enojo la colilla de cigarrillo, arrancó el auto y pronto desapareció en la oscuridad.
Su madre, Margaret, aún lo estaba esperando en la sala de estar cuando llegó a casa. Ella se quejó al ver a Edric regresar: