—¿Alguna vez Bartz ha estado en el mundo del espectáculo? —preguntó Annette, mirando la foto de Bartz y luego a Connor.
Connor frunció el ceño y preguntó:
—¿Por qué preguntarías eso?
Annette miró fijamente la foto y murmuró:
—¿Por qué me resulta tan familiar Bartz?
Connor sonrió despreocupado:
—Supongo que te impresionó cuando viste su foto la última vez.
Annette pensó que esa era una posibilidad. ¿Podría ser esa sonrisa que acababa de venir a su cabeza realmente una extraña ilusión?
Cuando volvieron a la Manada de Luna Sangrienta, ya pasaban de las nueve de la noche.
Annette renunció a leer esa noche. Cuando salió de la ducha, vio salir a Connor.
Ella se fue a la cama confundida.
Pronto, Connor regresó con una bolsa de papel marrón en la mano.
Se sentó en la cama y preguntó:
—¿Sabes qué es esto?
Annette estaba perpleja. —No. ¿Qué es?
—Lo que hay aquí te va a sorprender.
Annette pensó por un momento. Luego se sentó, lo miró y dijo coquetamente: