En la oscuridad de la noche, los ojos de Lance parecían aún más profundos.
Quería creer a Yvette, pero las palabras del médico, el informe y el hombre en la cama demostraban que ella lo había engañado.
Yvette vio su vacilación y no pudo evitar sentirse frustrada.
Como esperaba, aunque ella dijera la verdad, Lance no la creyó.
Después de pensarlo un rato, tomó una decisión y trató de dejarlo claro. De todos modos, tenía que demostrar la inocencia de Charlie.
Con los ojos llorosos, Yvette explicó:
—Estaba enojada porque no confiabas en mí. El niño es tuyo.
Echó una mirada a Charlie, que yacía en el suelo con el rostro desfigurado por el dolor, y ahogada en sollozos, dijo:
—Charlie está herido. Necesita tratamiento. ¿Podemos hablar después, está bien?
Fue Charlie quien le tendió la mano a Yvette cada vez que ella estaba desesperada. Se sentía extremadamente amargada por él, pues fue golpeado cruelmente por su culpa.
La culpa hizo que sus lágrimas cayeran.