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—Yvette...
El cuerpo alto y delgado de Lance la estaba suprimiendo. Estaba atrapada en sus brazos con fuerza. Él llamaba su nombre uno por uno en un tono tierno y amoroso.
Cuanto más se acercaba, más Lance sentía su temperatura y su fragancia. Su verdadera existencia se sentía bastante diferente de cuando era un recuerdo en su sueño. Lance siempre se despertaba a medianoche cuando soñaba con ella.
Yvette observó mientras la sangrienta palma de Lance acariciaba su mejilla, sus ojos y sus labios con fuerte afecto.
La mirada en sus ojos cambió gradualmente de suave y tierna a feroz. Los labios de Lance estaban a punto de acercarse a los de ella.
Yvette abofeteó implacablemente el rostro de Lance.
—¡No me toques! ¡Bastardo! —su fuerte bofetada dejó cinco huellas rojas en la cara de Lance. No había ningún cariño. Lo hizo para desahogar puramente su ira.
A Lance no le dolió, ni le importaba. Sus ojos destellaban con deseo.