La voz del hombre era anormalmente baja y ronca, como si no hubiera hablado durante muchos días.
—Buaa...
—Fiona lloró —Jamie, no me aplicaron un ungüento. Mi cara duele tanto que parece que está podrida. Todavía supura pus... Duele tanto...
—Sé que estuve mal —Te suplico, por favor trátame. Realmente duele tanto que siento que estoy muriendo...
Fiona no sabía que la parte de su cuerpo superior que había sido escaldada hacía tiempo que se había podrido. Incluso si la trataran, igual tendrían que remover la carne podrida.
Aquellos lugares se convertirían en grandes hoyos, y se podía considerar que su rostro estaba completamente perdido.
No sólo no había esperanza de salvarla, sino que también era ese tipo de desfiguración destructiva terrorífica.
Jamie ni siquiera quería volver a mirar.
—¿Dolerá más que la muerte? —preguntó.
Fiona asintió frenéticamente. —¡Realmente duele más que la muerte!