Yvette sintió tal shock que toda la sangre de su cuerpo parecía desaparecer rápidamente.
Miró esos ojos, y sus labios se retorcieron unas cuantas veces antes de que dijera un nombre.
—¡Emilie! —Por otro lado, Yvette dijo ese nombre con un poco de odio entre dientes.
¡Esta mujer viciosa que había golpeado a su bebé hasta la muerte en su vientre había aparecido realmente!
—Nada mal. Incluso puedes reconocerme así —Emilie se rió. Su voz era áspera y ronca como si su garganta hubiese sido escaldada con un par de tenazas. Era especialmente aterrador en esta noche profunda.
Llevaba un sombrero grande que cubría la mitad de su rostro, y también llevaba una máscara.
Emilie no esperaba que Yvette la reconociera en primer lugar.
El corazón de Yvette estaba en tumulto, los huesos de sus dedos se volvían blancos hasta casi transparentes por la fuerza.
Miró a Emilie y apretó los dientes. —¡Te atreves a presentarte ante mí!