Yvette sostenía la espalda de Lance. Su rostro estaba pálido y su voz temblaba.
—Lance... Despierta. ¡No me asustes!
El pecho de Lance seguía sangrando y la pérdida de sangre hacía que su guapo rostro se tornara anormalmente pálido.
Yvette entró en pánico y lo llamó una y otra vez.
—Lance, no duermas. ¿Puedes hablar conmigo? Por favor, ¿puedes hablar conmigo?
—No llores, pequeña tonta... No me duele nada...
Lance estaba tan débil que no podía levantar la mano, pero estaba consciente.
Viendo las lágrimas que caían por su rostro porque estaba preocupada por él, Lance intentó esforzarse por sonreír.
La herida parecía haber sido tratada con analgésicos como si ya no doliera tanto.
Eso probaba que ella todavía se preocupaba por él, ¿verdad?
Quizá ella no lo sabía...
Durante este periodo, ella había estado haciéndose la desentendida con él y utilizando todo tipo de métodos para cortar todas las relaciones con él, lo que lo había hecho tan triste.