Cuando se abrió la puerta, se apagaron las luces.
Resultó que era Ellen, esta borracha, quien habitualmente encendía las luces cada vez que entraba pero apagaba las luces que ya estaban encendidas.
Instantáneamente, la habitación cayó en la oscuridad.
Terminó sin problemas.
Sin embargo, Lance no se levantó. Sus dedos limpios y fríos sostenían firmemente su mandíbula inferior, y sus labios, y la besó con fuerza.
Yvette estaba casi inconsciente por el beso y estaba a punto de enloquecer.
—Yvette, Yvette, ¿entré al estómago de una ballena? ¿Por qué está tan oscuro? Whooo... tengo mucho miedo. Yvette, ¿dónde estás? —gritó Ellen, tambaleándose.
Al ver que Ellen estaba a punto de alcanzarlos, Yvette no pudo evitar morderse la lengua. Aprovechando el momento en que él sentía dolor, lo empujó y saltó.