—Te ves relajado —observó Thomas, poniéndose a mi lado mientras caminábamos a paso ligero hacia la limusina que nos esperaba.
—Negué con la cabeza. "Piano—fue todo lo que estuve dispuesto a decir.
—Entonces tu plan está funcionando —replicó él, insistiendo en el tema—. ¿Le gustó?
—Le encantó —el conductor abrió la puerta y me deslicé al interior, seguido de Thomas—. Recordé la cara de Rosalía cuando vio el piano al otro lado de la sala. "Funcionó como por arte de magia."
—Thomas esbozó una pequeña sonrisa, apartando la mirada, sus ojos enfocados en la ventana mientras el coche empezaba a moverse.
—¿Qué es esa mirada? —lo miré fijamente.
—¿Eh? —de repente, tenía problemas de audición. Eso, o simplemente no quería responderme—. Oh, uh, nada. Solo que... mencionaste encanto, y estaba pensando... quizás... tú estabas un poco encantado.