*Theo*
—¡Cuidado! —gritó Jake.
Giré el volante y el coche emitió un chirrido penetrante. Apenas logramos tomar la curva cerrada en el camino que estaba al lado de un acantilado.
Todas las pruebas e inteligencia atribuían el secuestro de Ciana a la manada Ortiz.
Aceleré de nuevo mientras gotas de lluvia masivas caían sobre el parabrisas.
—¡Si sigues conduciendo así, nos matarás a ambos antes de llegar! —Jake intentó razonar conmigo.
—¡Cállate! —rugí.
¡Ciana había desaparecido! ¿Cómo podía permitirme perder siquiera un segundo?
La lluvia empezó a caer más rápido y mis limpiaparabrisas estaban a máxima potencia. Las carreteras estaban resbaladizas. Sentí mis llantas patinar un par de veces y aunque tenía las luces largas encendidas, apenas podía ver a 10 pies frente a mí.