—El viaje de regreso al castillo fue silencioso y largo. Durante horas y horas, estuve sentada en un asiento frente a Theo, pero, como en el viaje de ida, no hablamos mucho —excepto que esta vez, no estaba molesta con él. Estaba molesta conmigo misma.
—Había pasado por muchas molestias por absolutamente ninguna razón. Mientras había descubierto que había múltiples problemas en mi manada, no había resuelto ninguno de ellos. Y peor aún, mi buen amigo y mentor había sido asesinado para incriminarme por su asesinato.
—Cada vez que pensaba en ella, me sentía abrumada por una tristeza asfixiante y una ira ardiente. El dolor que crecía dentro de mi pecho era demasiado crudo y reciente para siquiera aceptar que fuera real, y ansiaba estar fuera del alcance de la mirada vigilante del príncipe para poder liberar mis emociones.