Maeve
Myla ajustó las finas tiras de su vestido sobre sus delicados hombros, alisando la tela sobre su vientre. —¿Qué pensamos de este? —preguntó, haciendo un pequeño giro.
Gemma la miró, con un lápiz labial en las manos. —Oh, creo que ese es el indicado. El verde definitivamente es tu color, My.
Myla sonrió, revolviendo sus rizos negros y elásticos mientras se inclinaba más cerca del espejo del tocador. —¿Ya decidiste qué vas a ponerte, Maeve? Tenemos que irnos pronto. El tren a la Uni sale en una hora.
Yo había estado de pie en la esquina del cuarto de Myla, mirando por la ventana que daba a la calle adormecida afuera. —¿Dónde está todo el mundo?
Gemma frunció los labios en el espejo sobre el hombro de Myla, llevando su largo cabello castaño hacia adelante sobre sus hombros. —¿Debería dejarlo suelto o recogido?