—Eh, gracias —dije con voz ronca, ligeramente sorprendida. Él asintió, sus ojos recorriendo mi rostro, finalmente encontrándose con los míos.
—Toma una foto —dijo, su voz elevándose ligeramente y juguetona.
—¿Qué?
—Toma—toma una foto, durará más —tartamudeó, sus mejillas tornándose un rosado mientras su boca se ensanchaba en una sonrisa de chico.
—Lo miré, parpadeando, luego negué con la cabeza. —¿En serio? Eso es lo más cursi
—No pude resistirme —respiró; sus ojos aún fijos firmemente en los míos. —He estado esperando una oportunidad para decir eso todo el día.
—Abrí mi boca para hablar, luego la cerré de nuevo, tragando una risa que subía por mi garganta. Hubo un momento de silencio entonces, lo suficientemente largo para ser dolorosamente consciente del hecho de que todavía estábamos parados en la acera, mirándonos el uno al otro.
—Eres bastante alta para una dama —dijo seriamente, tomando un pequeño sorbo de su cerveza.
—Yo—¿qué?