—¡Alfa! ¡Han vuelto! —Vicky entró corriendo a mi habitación para informarme mientras yo ponía al día a Paul y Richard.
Asentí para reconocer la noticia. —Está bien. —Luego me dirigí a Paul y Richard—. ¿Dijiste que Kal estaba obligando a los ciudadanos a luchar por él?
Vicky se quedó allí, atónita.
Luego le guiñó un ojo a Paul. Paul se excusó mientras Richard decía que quería tomarse un descanso.
Me levanté del escritorio y pensé que sería útil para mí salir a caminar para aclarar mi mente.
Sin embargo, antes de darme cuenta, estaba frente a la habitación de Rosalía. Podía oler su dulce aroma floral, y no podía estar más familiarizado con la atracción que me hacía anhelarla. Ella estaba dentro, detrás de una puerta delgada, y sin embargo, sentía que mi brazo pesaba mil kilos y no podía levantarlo para llamar.
Mientras luchaba internamente, la puerta se abrió.
Y ella estaba frente a mí, sosteniendo a nuestro maravilloso hijo.
Era tan irreal y hermoso como un sueño.