**Punto de vista de Georgia**
La tenue luz gélida del día hacía que pequeñas nubes blancas escaparan de mis labios mientras corría. Ya no había vuelta atrás. Las huellas que había dejado a través del bosque hacia la pequeña aldea adelante tenían un propósito.
Cortes y rasguños de las ramas y árboles caídos marcaban mi piel, pero valía la pena conducir a los pícaros justo donde quería.
Su hambre ardiente resonaba a través del bosque en una mezcla de gruñidos y bufidos que hacían que mi estómago se retorciera de anticipación.
—Mierda —la palabra se me escapó mientras tropezaba con un desnivel en el suelo, chocando mi hombro contra un árbol cercano.
—Eso va a doler después —murmuré, sin embargo, detenerme en este momento no era una opción.
Tenía que llegar allí, tenía que alcanzar el escondite.
Saliendo del límite del bosque, mis pies se movían más rápido hacia una aldea cercana con aire lleno de humo.