—Estoy bien así. No importa, Eli —dijo ella.
Él titubeó por una milésima de segundo, pero igual continuó desabotonándose la camisa. Con un simple movimiento, se quitó la camisa.
—Bueno, tengo calor —comentó.
Antes de que Belladonna tuviera la oportunidad de decir algo al respecto, alguien llamó a la puerta.
Eli no estaba contento con la interrupción y con un gruñido, volvió a ponerse la camisa, corriendo hacia la puerta cuando terminó con eso y su máscara estaba nuevamente en su rostro.
Había regresado al estudio aún más descontento.
Las noticias que había recibido hicieron que tuviera que irse. Sin perder ni un segundo, le contó todo.
Lo que Belladonna había temido antes estaba sucediendo. El dragón se estaba comportando mal.
—Quédate aquí, cerraré la puerta con llave. Veo que tienes mis llaves, una de ellas también funciona para esta puerta. Volveré tan pronto como pueda —dijo él—. Y luego se fue después de eso.
Belladonna soltó un suspiro tembloroso.
¿Qué le pasaba?