```
Después de salir del baño y vestirse, alguien llamó a la puerta. Belladonna la abrió de golpe y se encontró con que el cuadro que Eli le había prometido entregarle estaba en la puerta en manos de Anok.
—Buenos días, Mi Señora. El Rey dijo que esto debería entregársele.
Ella sonrió y pidió a Anok que le ayudara a colgarlo en la pared.
Era bueno ver algo diferente en esta habitación que estaba llena de color rojo. Algo vibrante y lleno de vida. No le había gustado tanto ayer, pero hoy se sentía diferente al respecto y le parecía atractivo. Quizás por el recuerdo que lo acompañaba.
Era encantador, no en su apariencia sino en su recuerdo.
—¿Te gustó? —había preguntado cuando él terminó y Anok mostró una mirada confundida.
—¿Mi Señora?
—¿El cuadro? ¿Te gusta?
Él frunció el ceño y luego se encogió de hombros.
—El Rey es talentoso.
—Sé eso, pero tú, ¿te gusta este cuadro?
—Su deseo hacia el cuadro es lo que importa, no el mío insignificante, Mi Señora.