Encogió los hombros.
—Él te tocó.
—¿Así que le cortaste la mano?
—¿Qué? —ella no podía ver su rostro, pero a estas alturas, sabía que él estaría frunciendo ligeramente el ceño bajo esa máscara—. ¿No esperabas que simplemente le permitiera irse sin más después de lo que te hizo, verdad?
—Podrías haberlo encerrado en una de tus muchas mazmorras para enseñarle una lección que le quite una parte importante del cuerpo para siempre.
—Su presencia era agotadora —pasó sus dedos por su cabello castaño que era tan oscuro, que a veces se confundía con negro, sus uñas chocando contra su corona mientras lo hacía—. Quería deshacerme de él tan pronto como pudiera.
—No puedes simplemente ir cortando las manos de las personas así, Eli.
—¿Por qué no? —Él te atacó. Atacó a mi Novia, su futura Reina.
Ella se mordió los labios.
—Lo has dejado discapacitado.