La sonrisa de Lady Kestra disminuyó, ligeramente, imperceptible para quien no la observara atentamente.
Cuando Belladonna dio un par de pasos hacia el comedor y notó que Lady Kestra aún no la acompañaba, preguntó:
—¿No vas a venir a cenar, Kestra?
—Solo tengo que excusarme brevemente. Estaré allí contigo en poco tiempo.
—Está bien, te estaré esperando en la mesa. Por favor, no me hagas extrañarte demasiado.
Kestra soltó una risa breve.
El hechizo debía estar afectando su cerebro. Usar hechizos de olvido siempre tenía un efecto sobre ella, era extraño. Siempre la dejaba un poco diferente de cómo era. Sin embargo, tendría que tener cuidado, el Rey no estaría nada complacido si descubriera que había hecho algo para afectarla de nuevo.
—Lo intentaré.
Se rieron a carcajadas.
Belladonna esperaba que el Rey hubiera entrado en el comedor, por lo que fue una sorpresa encontrarlo en la puerta, esperándola.
Pero mejor no asumir.
—¿Qué haces ahí?
—Te estaba esperando.