La música en este salón de baile no era más que tortura para Lytio y la vista en la pista de baile solo añadía a su agonía.
De alguna manera, su mirada siempre encontraba camino hacia dos cosas.
La primera era Belladonna, mientras se deslizaba suavemente por la pista de baile, con el Rey Dragón sosteniéndola en sus brazos. La vista le pinchaba los ojos, sentía como si mil agujas le picaran continuamente en los globos oculares, cuanto más cerca estaban el uno del otro. Parecía que vivían en su propio lugar especial, completamente olvidados de su entorno y de las personas en él.
Por la miseria que la vista le traía, su mirada se desviaba hacia el estante de vino a cierta distancia.
Sería tonto emborracharse por lo poco que le afectaba el alcohol, pero por lo mucho que estaba sufriendo, desgarrado y cansado, no pensaba que hubiera algo más tonto que hacer si el vino lo hiciera hacer el ridículo.
¿No había perdido ya todo?
Su doncella de ojos eléctricos.