Sí, lo hizo.
¿Quién no amaría a Kestra? Ella era como familia. La única que había estado con él a través de sus tiempos difíciles, lo apoyó en todo.
Él la amaba.
Pero había diferentes tipos de amor y para el que su Donna le estaba preguntando, la respuesta era no.
Lo que lo molestaba, sin embargo, no era la pregunta, sino por qué ella habría hecho esa pregunta.
Para todo había una razón.
¿Entonces por qué?
—¿Por qué preguntaste? —dijo él.
—Aún no me has respondido —dijo ella con un clic en su lengua contra el paladar, aunque el brillo en sus ojos no mostraba juguetoneidad.
—No, no tengo sentimientos románticos por mi mano derecha.
Ella rió, revisando casualmente el armario otra vez.
—Debes estar enamorado de decir demasiadas palabras.
—¿Te parece perturbador, quizás?
Si pudiera hacerlo a su manera, intentaría asegurarse de que todo en él fuera perfecto para ella, que no habría nada en él con lo que ella tendría un problema.
Ella se encogió de hombros.