Su búsqueda fue inútil, aunque desde el principio debía haber sabido que solo conduciría a un callejón sin salida.
Era un deseo completamente ilusorio creer que la cerámica que había usado en el Ladrón de Novias hace muchos meses podría recuperarse o incluso encontrarse para empezar.
Ni siquiera podía recordar dónde la había puesto esa mañana, no podía recordar si la había visto después de regresar a la habitación ese mismo día.
Era como si el pedazo roto se hubiera desvanecido, como las manchas del río arcoíris en su vestido, pero eso era imposible.
Su sangre no podía haber sido una ilusión. Era real, ella había sentido que lo era.
Así que la única explicación de por qué faltaba el trozo de cerámica era si Raquel lo había tirado cuando limpiaba su habitación.
Belladonna resopló. Retrocediendo del lío que había hecho como resultado de su búsqueda infructuosa.
Toda su ropa había sido sacada de los percheros y revisada minuciosamente; sus cajones estaban en no mejor estado.