Las llaves en su mano cayeron al suelo y tintinearon, su cuerpo temblaba, sus ojos resplandecían con lágrimas de miedo, mientras retrocedía lentamente de una manera que parecía tan antinatural. Sus labios temblaban mientras trataban de formar las palabras que corrían por su mente, pero su lengua sentía clavada al techo de su boca que no podía hablar por más que lo intentara.
Entonces sus manos se aferraron a sus labios, palabras que salían empujadas por el espacio entre sus dedos.
—Su Majestad.
Retrocedió tambaleándose, el horror ante ella hacía que su corazón latiera desbocado, tanto que se olvidó del miedo que el Rey le causaba de manera natural.
—Su ma— su majestad —su respiración interrumpía las palabras que estaba diciendo. Se tambaleó hacia atrás de nuevo, negando con la cabeza.