Danika siguió a Baski al patio trasero donde la mujer le ordenó llevar algo de madera al almacén y ordenarla adecuadamente.
Ella había querido cuestionar a Baski pero ya, la mujer mayor la despidió al girarse y comenzar a hacer otra cosa por completo.
—¿Cómo podría Baski sacarla de algo tan importante como la introducción según los reyes, solo para que ella cargue troncos de madera?
Definitivamente algo está mal.
El tiempo pasaba lentamente. Cuanto más madera cargaba Danika, más le picaba la espalda. Su pecho se volvía pesado. Se sentía incómoda.
—Algo está mal. Definitivamente algo está muy mal. Cualquiera que sea la razón, es muy grave para que la afecte de esta manera —olvidó por completo que una esclava nunca cuestiona las órdenes y soltó el próximo tronco de madera que llevaba.
—B-Baski... —llamó. Le sorprendió que su voz temblara.
—¿Qué sucede? —Baski dejó la escoba y la miró.
Pero, Danika descubrió que Baski no podía mirarla a los ojos... o a la cara.