Cuando el Rey Lucien habló, sus palabras fueron cortantes y directas al grano.
—Asegúrate de que ella no trabaje durante muchos días más por venir, Baski. Envía órdenes a las criadas, esclavos, sirvientes y entrenadores de esclavos tanto en el palacio como en los lugares de la mina, de que todos ellos deben mantenerse alejados de su camino. Si me entero de que trabajó, la persona responsable será castigada.
—Sí, mi rey —A Baski no le sorprendió realmente. Es justo como la noche en la que él había visitado a la chica en su habitación. Había dado órdenes justo así... solo que menores.
—Esa chica... Sally... —hizo una pausa—. ...estas órdenes también se extienden a ella. Al menos por hoy.
—Entiendo, Mi Rey.
Así como aquel día, la clavó con una mirada. —No necesito comentarios, Baski. No me importa. Asegúrate de no traerlos.
—Por supuesto, Mi Señor.
Asintió una vez. —Puedes retirarte.