—Ella gritó cuando una sensación insoportable estalló de repente en ella, su cuerpo temblaba debajo de él mientras se volvía líquida a su alrededor.
—Sus manos cedieron y colapsó en la cama, sollozando en voz alta, incapaz de controlarse. Él mantuvo sus embestidas cortas y constantes mientras la sensación la envolvía por completo.
—Entonces se alejó de ella y ella yacía allí, intentando recuperar el aliento, intentando comprender qué le había pasado. Ya no había hueso en su cuerpo.
—Sus ojos lo observaron mientras se alejaba de ella. Nunca se quitó la ropa con ella. Nunca ha visto su órgano antes, pero sabe que es grande y varonil por la forma en que se siente dentro de ella.
—¿Es también su odio hacia ella lo que lo hace permanecer vestido con ella?
—¿Quién está detrás de la puerta? —gruñó él, lujuria... y algo parecido al dolor, en su voz. No alzó la voz, pero nunca tuvo que hacerlo.
—La puerta se abrió y entró Chad. —La Señora Vetta fue a la aldea.